Todos tenemos una idea en mente de la arquitectura de Ámsterdam: esas casas de madera, altas y estrechas, con grandes ventanas, colocadas en fila a lo largo de los canales. Ahí reside sin duda el mayor encanto de la ciudad. Por eso, cuando llegas paseando al barrio judío, te encuentras con un choque estilístico de este calibre:


Un diseño claramente más gris, más parecido a cualquier otra ciudad europea: un estilo industrial, funcional, algunos dirían que feo, un estilo más propio de la segunda mitad del siglo XX. Incluso un poco confuso: el Art Deco se mezcla con los edificios de bloques en una sola calle. ¿Cómo es posible que este barrio tenga un estilo tan distinto al resto de la ciudad?
Probablemente lo habéis adivinado: las persecuciones nazis son las causantes de la destrucción del barrio judío original.
Esta es la historia que descubrí durante mi visita a Ámsterdam el pasado junio:
El secuestro de judíos en Ámsterdam
En mayo de 1940 se produjo la ocupación nazi de los Países Bajos y comenzaron las persecuciones a judíos. Se hizo de forma discreta: por la noche los miembros de la NSB (un grupo de holandeses de ideología fascista) secuestraban a los judíos, los sacaban de sus casas y se los llevaban hacinados en tranvías.
En febrero, uno de estos grupos de la NSB intentó raptar a un grupo de judíos sin darse cuenta de que eran boxeadores. El altercado acabó con el coma y la posterior muerte de uno de estos miembros de la NSB. Las SS no podían permitir que un hermano ario cayera en manos de los judíos, por lo que acordonaron el barrio, llevaron hasta él los tranvías y secuestraron a casi medio millar de judíos a plena luz del día.

La huelga del 25 de febrero de 1941
Los amsterdameses vieron por primera vez como las SS trataban a sus vecinos, amigos, compañeros de trabajo y conocidos. Por la mañana del 25 de febrero de 1941, los vecinos de Ámsterdam, aún conmocionados, se levantaron para comprobar que muchos de ellos no podían acudir al trabajo porque no funcionaban los tranvías de la ciudad. Poco a poco, se fueron acercando a la Plaza Dam (el centro de la ciudad) para descubrir que el horror que ellos habían visto no era nada comparado con el que llevaban viendo durante meses los conductores de trenes y tranvías.
Para los trabajadores del transporte público esto fue la gota que colmaba el vaso y decidieron no participar más en la masacre. Así comienza la huelga del 25 de febrero de 1941. Muchos otros habitantes de la ciudad de unieron a la huelga para pedir un trato humano para todos los amsterdameses.
Las SS pidieron al alcalde de la ciudad para que disolviera la huelga. El alcalde se negó, afirmando que fueron los ciudadanos de Ámsterdam quienes lo votaron y son ellos mismos quienes deciden llevar a cabo la huelga. Al día siguiente, las SS tomaron las calles de Ámsterdam y asesinaron a gran parte de los manifestantes.

La huelga no consiguió parar las persecuciones a judíos. Sin embargo dice mucho del carácter del pueblo holandés: el único que decidió hacer frente a los nazis de esta forma.
La destrucción del barrio judío: el invierno del hambre
La destrucción del barrio, sin embargo, no fue acción directa de estas persecuciones, sino de uno de los peores inviernos de la historia: el que tuvo lugar entre 1944 y 1945. Tan devastador fue, que lo bautizaron como hongerwinter: el invierno del hambre. La gente comenzó a quemar madera para calentarse y huir del frío. Quemaron desesperadamente sus propios muebles, quemaron los árboles de las calles, quemaron papeles, libros… Y cuando no quedaba ya nada más para quemar, dirigieron su mirada a las casas vacías de los judíos. Se llevaron los muebles, arrancaron las puertas, las ventanas, redujeron las casas a escombros; y lo quemaron todo. Más de 20.000 personas murieron de hambre y frío en Holanda durante aquel invierno.

La reconstrucción del barrio judío
El barrio entero quedó destrozado. Completamente abandonado, con el tiempo se convirtió en una zona marginal, foco de drogadicción y conflictos. En 1953, el ayuntamiento decidió planear una renovación del mismo. Demolieron lo que quedaba del barrio para poder construir la línea de metro que pasa justo debajo, reconstruyeron el barrio según la moda del momento: con grandes bloques de apartamentos y edificios de oficinas. Ese es el motivo del llamativo aspecto actual del barrio judío.
A día de hoy, el tranvía sigue sin pasar por el barrio judío.

Desde luego la historia que recorre a Ámsterdam y su Barrio judío es sobrecogedora. En mi viaje quedé conmocionada con las sensaciones que me despertó este barrio mientras iba descubriendo lugares bellos y otros con un pasado que se puede sentir en el ambiente, como la casa de Ana Frank; pero sin duda es una visita imprescindible y un viaje a la historia necesario. Gracias por compartir su historia. Comparto el tour que hice para adentrarme en el barrio, por si algún viajero curioso estuviera interesado (https://www.freetourenamsterdam.com/tour/jordaan-tour/). Saludos.
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